jueves, 3 de julio de 2008

Bódate conmigo



Hace poco me enteré que mi amigo Isaac hace más de 10 años se plantó y dijo que no iba a acudir a ninguna boda más, ni parientes, ni amigos, ni excepción que valga la pena. Aunque me puedo imaginar sus principios, tengo un copioso interés en que me cuente, delante de un buen vino, los motivos que le llevaron a comenzar y mantener firme esta bella e inusual hazaña en estos tiempos de cobardes.

Mañana marcho de boda. Sí, otra más. La pereza es inevitable. Una vez allí, normalmente, disfruto viendo cómo las mujeres se visten de caramelos andantes y el fariseísmo campa a sus anchas. La pareja, ante ese dios al cual no visitan y en el que no creen desde la aturdida primera comunión, se unen en sagrado matrimonio, faltaría más. Se les anilla como a los pájaros, "tú eres mío/a" y punto. Y como dios manda, el amor debe ser eterno, con la iglesia hemos topado, ¡pardiez!
La iglesia llora mientras se alejan los últimos fieles por la pradera y los que en algún tiempo regentaron el santuario no regresan ya. Sólo los añosos pueblan el templo elevando las plegarias del miedo.

¿Crees en Dios hijo mío? No creo pero...sí quiero, ya sabe tengo que hacerlo, apresúrese padre...
No sé por qué ahora ya no te puedes acoger a esa última, valiente y desaparecida enmienda que se esgrimía tentando a la suerte: "...el que tenga algo que decir que lo diga ahora o que calle para siempre...", qué poca pimienta queda en este ser(vicio). El partido está amañado señores. Y me pregunto, ¿Para qué demonios existe la verdad?

Ante la falta de revocaciones in situ, me conformo con un desplante en el altar o ciertas dudas en las palabras de los pretendientes, algo picante ¡por favor! En la última feria, ver cómo el cura reincidía en su error con el nombre de los contrayentes, seguido de las caras de estupefacción y risas alternas del personal asistente, no tuvo precio. Continúe alegrándonos padre, ¡por dios!, ...eso sí.
Esas cosas ya no se ven en estos pusilánimes tiempos, como ya no se ven las bellas y genuínas cóleras que agarraba el gran John McEnroe en las diferentes pistas del mundo. Ahora, dándole un giro de 180 grados, su raqueta se ha convertido en una guitarra con la cual descarga la rabia en su grupo de rock. Sí señor.

...y después de todo esto, prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida....."aguántame la vara"..... ¡Aaaaa-m-é-n!

Pd. Respirar conscientemente es el primer paso para silenciar la mente y oir la verdad.