viernes, 18 de junio de 2010


El guerrero samurái, extenuado y respirando aún abruptamente, mantenía su katana estirada como prolongación de su brazo mientras miraba de reojo los cadáveres que le circundaban y que inermes, cubrían el campo de batalla. Mientras, la última gota de sangre se suicidaba dejándose caer lenta y religiosamente desde el filo de la espada, recorriendo la breve distancia que le separaba del árido suelo, no sin antes y entre medias, oír el último graznido del solitario cuervo que había observado la enfervecida y elegante lucha por la supervivencia desde el árbol de Sakura más cercano.

lunes, 7 de junio de 2010

La manera de recogerse el pelo


Se conocieron en la boda del francés, un amigo común. El encuentro se produjo en una pequeña villa cerca de la frontera con el país galo. Serena. Nico. Serena despedía una delicada sutileza sólo digna de miradas sensibles a los mínimos detalles. La prolija sensualidad de cada paso sobre las piedras del jardín, su hundido olor corporal, sus marcados hombros, cada uno de sus estilizados dedos, el anillo en su pie derecho, la tinta discontínua que subía de su talón izquierdo hasta la corva, los finos tirantes de su vestido, las dispersas pecas de su espalda, la caída de su mirada, el bello susurro de su voz, la tersa piel de su cuello, el sutil balanceo de sus pendientes, la dura tirantez de su pelo, la marcada nocturnidad de su columna vertebral, el huidizo mechón de su recogido, la profunda alevosía de sus ojos...
Tres puñaladas en el cuello, con la aguja del pelo, bastaron para lacrar el último aliento de Nico bajo las aguas del pequeño lago de nenúfares que acogía el desposorio.

A ella, de él, no le atraía nada.