El sonido mecánico de las teclas electrónicas continúa sonando constantemente desde el comienzo de la llamada revolución tecnológica. Los folios únicamente son ya el almuerzo para las máquinas de las infinitas empresas que imperan y que se suponen que hacen girar este mundo. El eco mundial de los árboles que caen incesantemente sigue resonando indiferentemente en los oídos sordos del planeta.
Y entre tantas preguntas, los bosques lloran lágrimas de savia mientras en las tiendas se agota el último mueble de ikea.
Ya no se venden bolígrafos. Buzones vacíos hambrientos de sueños.
Cuanto deseo de mentira ciega.