martes, 8 de marzo de 2011

Ostracismo interior

Dejó caer la novela, apagó la televisión enferma de infinita verborrea chavista; descolgó el teléfono fijo, apagó el móvil, salió al porche y como de costumbre se sentó en su aposento preferido de la casa. Amarrado a los brazos de su sillón se dejó ver y escuchar por la verde, copiosa lluvia que caía en aquella tarde pegajosa a las afueras de Caracas. Con una hierática y absorta mirada fija en las continuas aguas, se descolgó del mundo.

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