martes, 6 de mayo de 2014

Urgencias

Se abrió el ascensor y allí estaba una señora, enjuta, posicionada como un botijo en una esquina. Superaba los sesenta años. Entré y pulsé mi piso de destino. ¿qué hace?, me vociferó de mala gana. No le contesté. Así va hacia abajo, gritó de nuevo. El ascensor empezó a subir. Seguí callado afilando el silencio. Primero la educación, después viene todo lo demás, le susurré sin desviar la mirada de la puerta. Sí, primero la educación, me replicó con cierto desdeño. Llegó a su piso y mientras se abrían las puertas me dijo irónicamente: Es usted muy educado.  

Usted no, repliqué.

Fotografía: Julio González

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