domingo, 2 de junio de 2013

Las puertas del océano


Seguimos olvidándonos del tiempo y entre el ruido pasajero desdeñamos que es más tarde de lo que pensamos. Ahogamos la conciencia en el paisaje de la velocidad mientras seguimos poniéndole precio a las personas. Continuamos buscando el incólume rédito al aire que respiramos a la vez que la prisa, compañera fiel del viento, obstruye nuestros oídos exiliando a la humanidad en la cuneta. Mientras la pendiente alcanza su punto de inflexión en su camino hacia el acantilado, la bicicleta que nos jactamos de conducir sin manos comienza a acelerar para abrir, de par en par, las puertas del océano.

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