lunes, 3 de junio de 2013

La grandeza de los actos

Ver pegar a un perro es una de las pocas excepciones por las cuales sería capaz de meterme en una pelea. Abusar de la fuerza, a sabiendas de que el otro es más débil que tú, define la cobardía.
Tengo perros desde hace 30 años y, ahora trascurridos 13 años, la vejez se cierne sobre mi querida perra Flora. El tiempo empieza a terminar de esculpir su trabajo, a impedir sus movimientos, a obstaculizar sus pasos con las barreras de la sordera y la ceguera. Sus ojos siguen siendo los mismos, su belleza y fidelidad continúan intachables. De pocos humanos podría decirse tanto. Observando la actitud durante toda su vida, me pregunto por qué hay que tener más respeto a una persona que a un perro. No me cabe la menor duda de que la vida de la mayoría de estos animales ha sido mucho más ejemplar que la de muchos hombres. No sé por qué el ser humano se ha autodesignado rey de la tierra por encima de los animales y las plantas. El planeta no es tuyo, ser miserable.
Entonces te encuentras con historias como ésta que hacen brotar la emoción. La aventura relata la convicción de un tipo, que llegando la vejez de su perro, sordo y medio ciego, se lo llevó de viaje en bicicleta por Australia, a modo de agradecimiento.

Todavía queda grandeza entre tanta mediocridad.

http://www.schnauzi.com/hombre-lleva-perro-15-anos-sordo-y-medio-ciego-a-dar-su-ultimo-paseo-alrededor-australia/

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